El descubrimiento se produjo en 2008 en
el yacimiento cántabro de El Soplao, pero la investigación sobre su
'edad' no se había confirmado hasta ahora.
Según se explica en el estudio, el fósil es una larva depredadora
que aparece recubierta por una maraña de pequeños filamentos de origen
vegetal que la larva recolectó con sus mandíbulas para formar un escudo
protector y confundirse con el entorno.
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